Sin talento no hay innovación

En un contexto de transformación tecnológica acelerada y cambios sociopolíticos globales como el que vivimos, el capital humano es el recurso más valioso para cualquier empresa o país. Aunque pueda parecer paradójico, cuanto más avanzamos en innovación y desarrollo tecnológico, mayor debe ser el esfuerzo para identificar, atraer y fidelizar talento. Evidentemente, este esfuerzo también es clave para asegurar la competitividad global. No hablamos solo de profesionales con formación y calificación, sino de la materia prima esencial -el talento de las personas- para hacer posible la innovación y el desarrollo. Sin talento no hay innovación. Esto es incuestionable. Especialmente en el ámbito tecnológico, pero no solo en el ámbito tecnológico.

 

La transformación tecnológica está reconfigurando el mercado laboral a una velocidad sin precedentes. Tecnologías emergentes como la computación cuántica, la fotónica o la inteligencia artificial abren nuevas oportunidades, pero también exigen perfiles altamente especializados que escasean.

 

Según el informe “The Future of Jobs 2025” del Foro Económico Mundial, el 44% de las habilidades que hoy se consideran clave habrán cambiado en los próximos cinco años. En este contexto, la adquisición de talento ya no puede limitarse a cubrir vacantes. Implica construir trayectorias profesionales sostenibles en entornos en constante cambio. Debemos estar más centrados en la capacidad de adaptación de las personas que en la búsqueda de perfiles que posean un conocimiento puntual diferencial. Esto nos obliga a repensar los modelos de capacitación, fomentar el aprendizaje continuo y ofrecer entornos donde el propósito y la innovación convivan. También exige una mayor colaboración y generosidad entre empresas, centros tecnológicos, universidades y administraciones para anticiparse a las necesidades del mercado y formar a los profesionales del futuro. Es decir, requiere visión a largo plazo.

 

En general, se necesitan sistemas educativos más conectados y mejor alineados con las necesidades de las empresas y las demandas del presente y el futuro, que inspire vocaciones STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) desde edades tempranas y que prepare a las nuevas generaciones para llevar a cabo el cambio impulsando, además, el liderazgo tecnológico femenino. Pero la formación no basta. El talento necesita un ecosistema adecuado para crecer, un entorno que no solo ofrezca conocimiento, sino también herramientas, recursos y oportunidades para aplicar ese conocimiento. Por eso la gestión del talento es imprescindible.

 

Es muy habitual hablar de adquisición y gestión de talento como quien habla de pesca o de encontrar una perla en una ostra. Esta visión es conservadora, insostenible y cortoplacista. Continuando con los símiles naturales, debería parecerse más a la elaboración de un vino artesanal. A ese proceso en el que la enología trabaja para seleccionar la uva, tratar y cuidar la tierra, pensar y orientar, hacer pruebas y poner todos los recursos necesarios para una correcta maduración y desarrollo. Es así como se obtienen resultados a más largo plazo.

 

El reto de las empresas y de los países no es únicamente atraer talento, sino desarrollarlo y fidelizarlo. Y para lograrlo, las organizaciones deben ofrecer mucho más que un buen salario: deben construir culturas corporativas con visión a largo plazo, que inspiren, que motiven, que formen, que reconozcan y que impulsen las oportunidades y el desarrollo profesional, al mismo tiempo que respeten, generen confianza y apuesten por la flexibilidad, el bienestar, la diversidad y la igualdad. Incluso, si es necesario dar prioridad a esto último. Es fundamental que no perdamos talento por no tener oportunidades, facilitar el retorno de profesionales nacionales con formación en el extranjero e impulsar la atracción de personas de otras latitudes. Esto requiere marcos normativos ágiles, que no supongan barreras sino puentes hacia un sistema tecnológico más diverso y robusto.

 

En un mundo cada vez más incierto, el factor humano es clave y estratégico. No solo por el conocimiento per se, sino también por factores insustituibles como el propósito, la creatividad o la ética. En lo que a talento se refiere, no basta con tirar la caña y esperar a que el mejor pez muerda el anzuelo. Es necesario invertir, desde empresas y administraciones públicas, en cultivarlo.

 

Por: Fernando Jiménez Míguez (Gerente de Gradiant, España)

Septiembre 19, 2025

 

Fuente: https://www.rrhhdigital.com/editorial/780698/sin-talento-no-hay-innovacion/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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