Mariano Sáenz Azuela
¿De dónde emana la misión de una organización? ¿Cómo se concibe? ¿De dónde emana la misión personal? ¿Cómo se concibe? ¿Cómo ligar la misión organizacional con la misión de sus colaboradores? La pregunta más precisa que llega al corazón de la organización y sus colaboradores sería ¿cómo abrazar las misiones personales con la organizacional?
Veamos como ejemplo el caso de una financiera: Los asesores de microcréditos ganan la mayor parte de su compensación a través de bonos de productividad, uno de los indicadores para su obtención es el incremento de su cartera de crédito. Así, un asesor de crédito ambicioso puede tergiversar la misión social del microcrédito a un modelo perverso cuando el préstamo se otorga a la ligera por lograr la meta de colocación y el bono de productividad que le repercutirá en un beneficio económico inmediato; sin embargo, ese crédito podría hundir al acreditado en una mayor pobreza. Así como este ejemplo, lo podemos ver en cualquier organización y cualquier puesto y área.
¿Cómo se minimiza este riesgo? Ligando la propia gestión a la misión organizacional, gestionando a la vez con promoción de la vivencia de los valores; definición de políticas y procedimientos congruentes; capacitación, desarrollo de habilidades de liderazgo de los líderes y comunicación institucional; controles, tecnología e información.
Un colaborador demasiado ambicioso en lo personal, puede ser un ejemplo de quien puede vulnerar los valores y misión de una organización. Los riesgos de transgresión de la misión son una realidad, así que la acción fundamental que desincentiva y desmonta en gran medida esta motivación, es el abrazo de la misión organizacional en la personal, a indicadores de gestión alineados a la misión, objetivos y estrategia.
Lo que importa es que los indicadores de gestión sean congruentes con los valores. Un colaborador que abraza la misión de la empresa, así como la responsabilidad social de la misma, comprende la trascendencia de su trabajo y el impacto en los clientes de su empresa. Este colaborador trabajará motivado cuando los indicadores de su gestión estén orientados a los valores y misión de la organización donde trabaja, es decir: Su misión personal pasa por la organizacional. ¿Entrega? Sí ¿Sufrimiento? También ¿Conflicto? Por supuesto. Pero todo con significados que trascienden, desafíos por los que vale la pena esforzarse y vivir.
Gestionar misiones personales alineadas a las organizacionales implica la alineación de programas de capacitación, desarrollo, comunicación y control. Para alinear este modelo con excelencia se requiere de armonía en la claridad estratégica y operativa, medición realista y cotidiana, liderazgo responsablemente compartido y comprometido, y mucha humildad incentivando la participación de involucrados con apertura a sus contribuciones. Así se podrá concretar una carta de navegación con múltiples significados, edificando una cultura organizacional que alinea a los líderes en sus microclimas hacia una gestión orientada a la contribución.
Un colaborador que abraza la misión institucional termina feliz y satisfecho la dura jornada. Ya en casa con los suyos, comparte experiencias y encuentros, transmite optimismo y cataliza un ambiente agradable porque vive una vida a plenitud repleta de significados trascendentes: vivir para su misión es su razón y estilo de vida. Así crece, así se desarrolla y así deja huella. Un modelo que puedes implantar en tu organización.
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